Macarena Arriagada Belmar, directora de la Carrera de Obstetricia, UNAB Sede Viña del Mar.
Este 28 de mayo se celebra el Día Internacional de Acción para la Salud de las Mujeres, una fecha que nos invita a reflexionar sobre los avances logrados y los desafíos que aún enfrentan las mujeres en materia de salud en todo el mundo.
Históricamente, las mujeres han enfrentado barreras significativas en el cuidado de su salud. Desde la antigüedad hasta tiempos más recientes, las prácticas de salud y los sistemas de atención se han visto influenciados por desigualdades de género y sociales. No es sino hasta tiempos recientes que se ha incluido en el área de la salud el enfoque de género basado en derechos.
A lo largo de los años, se han logrado avances paulatinos en la salud de las mujeres, relacionados, dicho sea de paso, al quehacer de la Matronería. El acceso a la educación en materia de salud reproductiva, la disponibilidad de métodos anticonceptivos seguros y efectivos, y los avances en la detección y tratamiento del cáncer de mama y cervicouterino son solo algunos ejemplos de los progresos realizados. Sin embargo, persisten desafíos importantes.
Los datos epidemiológicos revelan disparidades preocupantes en la salud de las mujeres en todo el mundo. Por ejemplo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto siguen siendo una de las principales causas de muerte entre las mujeres en edad reproductiva en muchos países en desarrollo. Además, las mujeres enfrentan una carga importante de enfermedades crónicas como la depresión, la osteoporosis y las enfermedades autoinmunes.
Las desigualdades de género, la falta de acceso a servicios de salud de calidad y la persistente estigmatización de ciertas condiciones de salud continúan exacerbando estos problemas. Además, la pandemia de COVID-19 ha puesto al descubierto y agravado aún más estas disparidades, con impactos desproporcionados en las mujeres, especialmente en términos de salud mental, acceso a servicios de salud reproductiva y carga de trabajo no remunerado. Otras amenazas externas como el cambio climático y los conflictos también se convierten en dificultades encontradas para la mejora de la salud de la mujer en el mundo, de acuerdo con la OMS.
Para abordar estos desafíos y avanzar hacia una salud equitativa para todas las mujeres, es crucial adoptar un enfoque integral y de curso de vida, que reconozca y aborde las complejas intersecciones entre género, salud y derechos humanos. Esto incluye garantizar el acceso universal a servicios de salud sexual y salud reproductiva, eliminar las barreras económicas y sociales que impiden el acceso a la atención de salud y promover la igualdad de género en la investigación y la práctica de la medicina.
Por otro lado, cuidar la salud de las mujeres es cuidar a la sociedad. Según estimaciones del Banco Central, el trabajo doméstico no remunerado, que incluye las labores de cuidado, representa más de 25% del PIB ampliado del país. Asimismo, según datos de la Encuesta de Bienestar Social del Ministerio de Desarrollo Social, 85% de quienes destinan 8 o más horas diarias al trabajo de cuidados no remunerado son mujeres.
En el Día Internacional de Acción para la Salud de las Mujeres, renovemos nuestro compromiso de trabajar para que todas las mujeres puedan disfrutar del más alto nivel posible de salud física, mental y social. Solo mediante el reconocimiento y la eliminación de las desigualdades de género en el ámbito de la salud podemos construir un futuro más justo y saludable para toda la población.