Pero ¿qué hay detrás de esta debacle? La respuesta es tan evidente como dolorosa: malas políticas laborales. Decisiones erráticas, falta de visión y un sistema que parece más interesado en perpetuar privilegios que en generar oportunidades han llevado a este punto de quiebre. Mientras los datos de la Superintendencia de Pensiones y el Centro de Estudios Longitudinales lo confirman, el Gobierno sigue mirando para otro lado, incapaz o reacio a enfrentar el problema de raíz.
La informalidad no es un accidente; es el resultado de un abandono deliberado. Hombres y mujeres profesionales atrapados en la precariedad laboral, la brecha se ensancha y la desigualdad se entroniza. Este no es solo un dato: es una sentencia. Sin un cambio radical en las políticas, el futuro laboral pinta sombrío. El relato oficial de progreso se desmorona ante la evidencia. Es hora de actuar, porque los números no negocian, y el pueblo ya no aguanta más.
Felipe Oelckers
Director Ingeniería Comercial U. Andrés Bello, sede Viña del Mar
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