Estudio de UST revela que dos de cada 10 universitarios en Chile han pensado en el suicidio durante la pandemia

01 (11)La investigación es desarrollada en conjunto por Universidad Santo Tomás y otras siete universidades iberoamericanas. Las cifras de nuestro país duplican a las de los otros países que son parte del proyecto.

Preocupantes cifras arrojan los resultados preliminares de un estudio que está realizando la Universidad Santo Tomás en conjunto con otras siete universidades iberoamericanas en relación al tema del suicido entre universitarios durante la pandemia. La investigación establece que en Chile dos de cada 10 estudiantes han intentado suicidarse o han pensado en esa idea, cifra que representa el doble de lo que ocurre en los otros países que son parte del proyecto.

“Los resultados preliminares de un estudio que estamos realizando con otras siete universidades de Iberoamérica, que incluyen países como Brasil, México, Argentina, España, Colombia, Ecuador y Chile, y en donde hemos encuestado más de 400 universitarios, muestran que cerca del 15% de los jóvenes ha pensado o intentado suicidarse durante la pandemia. De ellos aproximadamente 25% son chilenos. Estos datos implican que al menos uno de cada 10 jóvenes universitarios en Iberoamérica ha pensado quitarse la vida en las últimas ocho semanas, y para el caso de Chile la cifra aumenta a dos de cada 10”, señala René Barraza, redactor del mencionado estudio y director de la carrera de Psicología en Universidad Santo Tomás sede La Serena.

Respecto a las razones que podrían explicar estos resultados, el académico de UST señala que hay al menos dos factores: la incertidumbre que genera la pandemia y el quiebre en las redes de apoyo a las que podían recurrir los jóvenes en situaciones de conflicto. “El actual escenario ha enfrentado a los universitarios a una serie de cambios como el cierre abrupto de los campus y la instauración del aprendizaje remoto, propiciando un alto grado de incertidumbre, amenaza y estrés, aumentando la vulnerabilidad emocional, la presencia de síntomas depresivos, ansiosos y conductas de riesgo como consumo de alcohol y drogas. Lo anterior se constituye en un lugar propicio para la emergencia de ideación suicida”, explica el docente.

Sobre el segundo punto, Barraza sostiene que “hemos podido constatar que, durante este periodo de pandemia, de los jóvenes chilenos que ha presentado pensamiento o intento suicida, sólo un 40% ha acudido a sus redes de apoyo para buscar consejo o consuelo, siendo el consumo de sustancias (alcohol y drogas), de pornografía y el guardarse para sí mismo lo que siente, algunos de los comportamientos más recurrentemente utilizados para hacer frente a su actual situación. Pareciera quedar de manifiesto que la mayoría de estos jóvenes al encontrar poco apoyo en sus familias y comunidades de referencia, se vuelcan sobre sí mismos, aislándose, disminuyendo de manera importante sus posibilidades de integrarse y contar con una red de ayuda extensa que les pueda brindar apoyo y contención”.

¿Qué hacer para prevenir las conductas suicidas? El académico de UST propone que las universidades deberían potenciar el desarrollo de “espacios para hacer comunidad”, a pesar de la virtualidad en la que hoy se sostienen las clases y las relaciones personales en la Educación Superior: “La nueva y única forma de interacción con la que contamos en el presente ha limitado y empobrecido nuestras formas habituales de encontrarnos, acotando el margen de lo conocido, pero paradojalmente nos ha ofrecido simultáneamente la oportunidad de ampliar el horizonte de lo posible. Hoy es posible encontrarse en cualquier momento con personas que están a miles de kilómetros de distancia, organizarnos y trabajar en conjunto por un fin compartido, ¿por qué no pensar en espacios virtuales de comunidades universitarias?”.

“Hacer comunidad universitaria en las actuales circunstancias, es una respuesta a escala humana, que implica un gran desafío para todos aquellos que conformamos la universidad en su conjunto, en un sentido institucional, debemos ser capaces de poner nuestra energía no solo en dar/recibir clases, hacer investigación o gestión, sino también en crear espacios de comunidad universitaria”, finaliza Barraza.